Radio Ariguanabo: el día que se rompió el silencio  

Autor:  Luis Alberto Domínguez Hernández

Aquella madrugada Bernabé sobrevolaba La Habana, su vuelo proveniente de Moscú llegó varias horas antes de lo planificado. Aquel hecho no solía ocurrir con frecuencia. Al salir del salón nadie lo esperaba, culpó a los pilotos soviéticos y decidió sorprender a su familia en casa. Recogió sus maletas y salió rumbo a San Antonio de los Baños. 

Son muchas las historias relacionadas con la primera salida al aire de Radio Ariguanabo. Sin embargo, la que contaré hoy ha estado oculta por más de 40 años. Hasta este instante solo su protagonista y yo la conocíamos, desde ahora pertenece a todos.
El joven llegó a La Villa del Humor 75 minutos después del aterrizaje, el pueblo estaba tal como lo había dejado cinco años atrás, compró unas rosas frescas para su madre y las envolvió en un periódico, mientras caminaba repasaba los titulares y no podía creer que fuera 8 de octubre de 1971, -En ese instante recordé la frescura del río, fue como si nunca hubiera estado lejos-, me cuenta Bernabé.
Entró a su casa y una inmensa sorpresa lo estaba esperando, sucedió algo que jamás imaginó. Su familia estaba reunida en la enorme sala de aquella vivienda estilo colonial. Todos lo miraron, pero no se movieron de sus puestos, aturdido soltó el equipaje y ocupó el sillón que quedaba más cerca de la puerta, no lo podía creer, después de tanto tiempo fuera de casa, ni siquiera se levantaron para recibirlo, ni siquiera la abuela Minerva, la única que lo malcriaba de pequeño. –Lo primero que pensé es que se habían olvidado de mi llegada.- explica el protagonista, -a esa hora solo se me ocurría que las últimas cartas que envié no hubiesen llegado o que sencillamente me había equivocado de casa- comenta sonriente.
La música irrumpe en la habitación y saca al recién llegado de su estado de shock, la algarabía del barrio lo alteró aún más, -¡TENEMOS RADIO CABALLERO!, ¡YA SAN ANTONIO TIENE EMISORA!, gritaba el tío Nicomedes, en ese momento se percató de que la música venía del pequeño radiecito del tío, ese era el objeto y el motivo por el que no le habían hecho caso, todos estaban esperando para escuchar los primeros sonidos de Radio Ariguanabo.
 
-Después de ese momento, todos enloquecieron conmigo, fue como si antes no me hubieran visto, mamá me abrazó tanto que salí todo estrujado y la abuelita ni que decir- rememora. -Lo que pasó fue que estaban tan concentrados con ese momento, que hasta que la señal no rompió el silencio, nadie se movió, parecían estar hipnotizados-.
También me contó Bernabé que varios días después se reencontró con un amigo suyo de la infancia, -Yo venía por el parque central del pueblo y me crucé con Carmelo de Armas, ya yo sabía que él era uno de los fundadores de la emisora y le dije…-hace una pausa, acomoda el tabaco entre sus dedos y sonríe. – Lo que ustedes han hecho es una obra de poder infinito, el reto está en mantener esa sensación de novedad que vivió mi familia y la ciudad el día que llegué-.
-Trataremos-, le respondió Carmelo. – Si no somos nosotros, serán las generaciones que vienen detrás-.
A casi 45 años de aquellos sucesos, este municipio siente y confía en su radio, aquella señal de octubre se ha extendido durante décadas y ha sobrepasado millones de obstáculos, hoy está entre las mejores de su tipo en el país y mantiene firme su compromiso de mantenerse tan fresca como el primer día.
Ariguanabo y su estado actual. Un repaso válido, merecido y necesario.

 

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