Mi abuela tiene la fórmula.
Esta
es Antonia Paula Díaz Guerra, Ñica para los veredanos. Es analfabeta y su pie
de firma es la A. Grito en las calles para apoyar el triunfo de la Revolución
porque quería una sociedad justa, con oportunidades para sus hijos. Más de la
mitad de su vida ha estado ciega aunque le gusta ser muy independiente. Hasta
hace unos pocos años cocinaba, lavaba y zurcía ropa. Ahora hay que
hablarle alto para que escuche pero tiene una salud de roble.
Trajo
al mundo a 8 hijos y ya perdió a 2. Siempre que la visito me espera con la
misma pregunta ¿Qué me trajiste?. Le he muy difícil pronunciar los nombres de
sus nietos y bisnietos por eso a cada quien le busca uno.
El
13 de junio de 2017 cumplió 98 años, entre sus regalos no faltaron los
caramelos, las galletas y como siempre el dinero. Está contenta con todo pero
quiere una fiesta en una piscina y cómo no complacerla. Creo que esa es
la fórmula de la juventud que tiene en alma. Le interesan los celulares y de
vez en cuando pide un traguito de ron. Así es mi abuela, una anciana que
muestra en su físico y su andar las limitaciones que le dejan los años pero su entusiasmo
la hace vivir como una niña.
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