Pasajes de los inicios en Vereda Nueva.
El tabaco fue el producto que desde los inicios de la Colonia empezó a gozar de general
aceptación tanto en España como en otros países. Por estos motivos que
durante todo el siglo XVIII fueron abriéndose vegas en las tierras de
Vereda Nueva, principalmente
a partir de febrero de 1723.
Más tarde, a mediados de dicho siglo y alternando con las siembras de la aromática hoja comenzaron las de la caña de azúcar, fundándose algunos ingenios, de los cuales el nombrado Quiñones, cercano a la taberna así llamada y también de Guachinango. Entre las pequeñas vegas y los primitivos ingenios veíase infinidad de sitios de labranza y numerosos potreros, abundando asimismo por aquellos campos las viejas tabernas que, al igual que antaño, continuaban siendo punto de reunión de los habitantes de las fincas próximas y parada obligada de los arrieros que transitaban por los distintos caminos dela comarca. Entregados al trabajo, los veredanos disfrutaban de una existencia sosegada y feliz, sin más preocupaciones que las del diario sustento y la mejora de sus predios.
Más tarde, a mediados de dicho siglo y alternando con las siembras de la aromática hoja comenzaron las de la caña de azúcar, fundándose algunos ingenios, de los cuales el nombrado Quiñones, cercano a la taberna así llamada y también de Guachinango. Entre las pequeñas vegas y los primitivos ingenios veíase infinidad de sitios de labranza y numerosos potreros, abundando asimismo por aquellos campos las viejas tabernas que, al igual que antaño, continuaban siendo punto de reunión de los habitantes de las fincas próximas y parada obligada de los arrieros que transitaban por los distintos caminos dela comarca. Entregados al trabajo, los veredanos disfrutaban de una existencia sosegada y feliz, sin más preocupaciones que las del diario sustento y la mejora de sus predios.
No contaban con iglesia ni escuela, ni tampoco con
autoridades, civiles o militares, que vinieran a inmiscuirse en sus asuntos, y
ni que decir precisa que era notoria la ausencia de agentes del fisco dispuestos
a despojarlos de parte de sus ahorros o productos. Si acaso, alguna que otra vez
se aparecía un clérigo recabando auxilios para el templo que se proyectaba
erigir en este o aquel poblado, y a cuyo religioso, a falta de dinero contante y
sonante, perennemente escaso, por lo regular se le obsequiaba con un par de
manojos de tabaco o unas cuantas viandas que el pedigüeño se apresuraba a
introducir en las amplias alforjas de la cabalgadura que utilizaba en sus
fructíferas andanzas. Había que estar bien con Dios y sus ministros, y, después
de todo ¿qué importaban unas gavillas de menos o unos pocos boniatos allí donde
todo eso abundaba extraordinariamente? Conforme iba poblándose el territorio
occidental de la Isla el tránsito por Vereda Nueva aumentaba
ininterrumpidamente. De tarde en tarde un violento ciclón o un temporal de aguas
venía a sembrar el pánico en la zona, derribando árboles, destruyendo sembrados
y echando por tierra casas de curar tabaco y hasta viviendas. Cuando tal sucedía
las pequeñas lagunas situadas entre los poblados de Vereda Nueva, Corralillo y Hoyo Colorado
se desbordaban anegando las tierras vecinas y amenazando extenderse a otros
lugares, pero tan pronto como el viento amainaba y cesaban los aguaceros, el sol
se encargaba de hacer que las cosas volvieran a su antiguo estado, observándose
a los campesinos reparando daños y afanándose por despojar de molestos
obstáculos veredas y caminos.
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