Emblemática mujer de la música cubana

Maruja Sánchez Cabrera, nacida en Vereda
Nueva el 17 de enero de 1927 y fallecida en La Habana el 17 de octubre
de 1996, debutó profesionalmente como violinista en la Orquesta de la Sociedad Popular
de Conciertos. Dos años después se incorporó a la Orquesta Filarmónica de La Habana. Fue fundadora
de la Orquesta
Sinfónica Nacional y de la Orquesta de Cámara de La Habana e integró los cuartetos
de cuerdas Nuestro Tiempo y Amadeo Roldán. Asimismo fue concertino de la Orquesta del Gran Teatro
de La Habana. Desde
1982 y hasta su fallecimiento escribió y dirigió programas en CMBF, Radio
Musical Nacional, que le valieron reiterados premios en los concursos de la Radio Cubana. A su
experiencia musical se debe el libro Orquesta Filarmónica de La Habana (1924-1959),
numerosas colaboraciones con revistas especializadas, así como folletos,
memorias de temporadas y catálogos de conciertos.
Se convirtió en ejemplo para
todos, no por ofrecer una imagen, sino por su disciplina y entrega cotidiana al
trabajo.
Uno de los realizadores de sonido
de CMBF, muy joven por aquel entonces, empezó a trabajar con Maruja. El
muchacho debía llegar a las ocho de la mañana y, por supuesto, llegó a tiempo. Cuando
entra al estudio de ediciones se sorprende, allí la encuentra que trabajaba en
los programas de música cubana, desde las cuatro de la mañana para organizar el
trabajo, y además, comenzar ella misma la edición. El joven aprendió desde ese
momento que, para iniciar una sesión de trabajo con ella no basta llegar
puntual, sino antes de la hora. Gracias a esta regla que seguía Maruja Sánchez
su programación continuó saliendo al aire varias semanas después de su
enfermedad y fallecimiento.
La memoria suele ser engañosa.
Los recuerdos suelen ir borrándose. Pero quienes conocimos a Maruja Sánchez
Cabrera --asegura Juan Piñera--, tenemos la sensación de que nos acompaña en
cada rincón de CMBF, emisora a la que tanto amó. Nos acompaña con su violín y
sus grabaciones históricas, alegres y enérgicas como siempre, enseñando y
aprendiendo: así la vimos y así la seguiremos viendo para siempre. Con esta
semblanza de una genuina hija del Ariguanabo, que llegó con su violín hasta la
emblemática Orquesta Sinfónica Nacional, concluimos estos dos programas. Nos
vemos en una próxima entrega radial.
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