Enseñar la vía. No vivir su vida.



Cuando  se es joven parece que nada se interpone en la vida. Ir al compás de la moda, bailar bien, viajes sin destinos y mucha risa, son algunas de los caminos elegidos por la juventud. Esta es la  etapa más linda que recuerda cualquier persona. Es el tiempo en que pensamos que podemos tener el mundo. Pero, cuidado, ese mundo rosa, también se empaña con nubes grises.



Los padres somos totales responsables de garantizar un mejor camino a nuestros hijos. Acompañar cada paso de sus vidas es importante;  precisamente por la significación que puede traer. Compartir espacios con ellos, conocer sus gustos y preferencias, saber con quién se reúnen  y garantizarles  total confianza; son algunas alternativas a emplear. La inteligencia no está en imponer,  sólo es permitirles elegir según sus gustos mostrándoles los posibles resultados de cada decisión que tomen.  Velar por sus vidas es el contrato que hacemos desde el mismo instante en que surgen dentro del vientre materno. Un contrato de entrega total y sin ningún interés. Hagámosle más fácil vía.  

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