Mártires por nuestra independencia
Los seis negros conspiradores de
Vereda Nueva, masacrados el 13 de agosto de 1823, por la tristemente célebre partida
de Domingo Armona, en San Antonio de los Baños, se pueden considerar como los
primeros mártires por la independencia de Cuba, según el criterio de algunos
historiadores.
Sobre los detalles del hecho ha
expresado José Rivero Muñiz, destacado historiador cubano del siglo XX, en su
libro Vereda Nueva. Resumen histórico- geográfico-estadístico:
“Enterado por sus espías de la fecha en que los miembros de la Flor de la
Perseverancia acostumbraban celebrar su tenida semanal, al anochecer de uno de
los días finales de diciembre de 1823 se presentó de improviso, seguido de sus
secuaces, el perverso Armona. La logia, que ocupaba una casa próxima al parque de
la iglesia, fue asaltada, siendo salvajemente atropellados los indefensos y
pobres guajiros allí pacíficamente reunidos. Los de la Partida no satisfechos
con haber descargado sus sables sobre las espaldas de aquellos infelices,
destruyeron archivos, documentos, símbolos y muebles, en la creencia que de
este modo lograrían acabar con el espíritu de rebeldía que tan gallarda y
corajudamente habían mostrado los afiliados a la Flor de la Perseverancia”.
Referencias a esta página sublime de la
historia de la región del Ariguanabo, se pueden encontrar no solo en el texto
citado de Rivero Muñiz, sino también en otros como Historia documentada de la masonería en Cuba, de Aurelio Miranda
Álvarez o en Historia de Cuba 1492-1898,
de los doctores Eduardo Torres-Cueva y Oscar Loyola Vega. Si fueron los
veredanos lo primeros mártires por nuestra independencia o no, no es lo
fundamental de esta historia, sino el derroche de coraje y el sentimiento
patriótico que los llevó a conspirar contra el oprobioso régimen.
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